lunes, octubre 06, 2014

Poema de Jack

Apoyo mi mano en tu pierna
y aprieto el pedal a fondo.
El bólido ruge como una bestia
y tus ojos se clavan en el retrovisor;
detrás la manada de automóviles nos da cacería
nosotros nos negamos a ser la presa.

La sombra de las palmeras cubren la autopista
y el sol a lo alto mira todo
como un testigo tieso por el encanto de la lucha;
es un empresario de frac
tomando champagne en la primera fila
de un estadio de box.

Una brisa nauseabunda anticipa la señal funesta
de las pilas de abono en el asfalto,
el temblor no se hace esperar
y al cruzar las barreras rotas del peaje
escuchamos la estampida.

Colas
garras
fauces hambrientas
nos rozan a cientos de kilómetros por hora.
Siempre disfruté la ironía que hay
en escapar de la amenaza jurásica
impulsados por la fuerza de sus antepasados,
sus cadáveres explotan en el secreto del motor;
a veces deliro que ellos lo saben.

Nuestros perseguidores no tienen tanta suerte:
los dientes afilados se clavan en los chasis,
los pocos que parecen escapar
reciben en sus neumáticos
el beso de tus balas
y la carretera vuelve a emborracharse de sangre.

Parece que llegaremos hasta otra noche
para honrar nuestra propia versión de lo salvaje.
Veo en tus ojos la necesidad de parar ahora
y quizás no volver jamás al camino.

Pero aunque queden atrás los rufianes
y los terribles lagartos
la fuga continúa,
porque hasta que el sol no se apague
o nos quedemos nosotros sin más días
ya no estaremos seguros.

Porque vivimos en este insólito mundo
donde solo el fuerte sobrevive, mi amor,
vivimos en un mundo
de cadillacs
y dinosaurios.