viernes, abril 21, 2006

Demente

"¡Demente!" dijeron de David Dominguez, director del diario del domingo de Dolores. Debieron demostrar desagrado de desechar dicho diablo de ''Donostia'', depósito de dementes, después de devolverle dones, dosificarle drogas, desatarle desdichas, digerirle desaires, destrabarle dolencias durante doscientos dieciséis días.

"Debemos dispensarle duro dictamen donde dejemos designadas distinguidas diabluras de diferentes delincuentes, demostrando dicha decencia desmerecida, desvista, desterrada, desde décadas derrotistas" dijeron distinguidos diputados derechistas, decididamente.

David Dominguez, despojado, desamparado, desolado, del depósito de dementes desalojado, debe destino de dignamente declarado decente. Deliberadamente desocializado, despojado de dinero, de derechos; duerme despreocupado donde dejanlo descansar.

Del diario debieron despedirlo dados diferentes dogmas dioscesanos. Declarado destructor de decrépitos demonios, detectó diablillos, declaran; derritió duendes, declaman; deliró del divino deleite dispensado de dichas devotas destrezas, deducen.
Dicen dispensaba dinero del diario, debitado durante dionisiacos domingos. Durante dichos disfrutaba de damas deliciosas de dientes dorados (divas deseadas durante descansos). Desgraciadamente dejó divulgar demasiados detalles, dijeron de David deshonras difamantes, devinieron despido definitivo, desmoralizante.

"¡Debió detener dicho delincuente desempeño, doctor Donizetti!" dijo Dora Dumont, dueña del diario del domingo de Dolores.

-Demasiados desvaríos dejaron despacharsele, debieron dictaminar dichos delitos después- dirimió defectuosamente Diego Donizetti.

Durante dias decretó dolor David, dispuesto, divino, dulcemente destruido, después de deliberarlo decidió declararse demente, dejando derechos de dolorense digno.

Deshoras dilatáronse... Dificilmente David Dominguez diferencie, después de díscolos días de desertor, descenlaces diáfanos de deprimentes. Definitivamente deja detrás ''Donostía'', depósito de dementes.

02-02-04 (sigo reeditando hits)

miércoles, abril 19, 2006

Esclavismo en Saura

En el país de Saura, los príncipes cuentan con un medio muy eficaz para conseguir el esfuerzo máximo de todos sus esclavos. Cuando se delega una partida de siervos a una tarea forzosa (cosecha, construcción, minería) se establece una jerarquía vertical perfecta, en la cual cada súbdito tiene a su merced a otro. Este orden inmenso entre ellos se cumple al punto que nadie comparte la misma relación con el poder haciendo que todas las situaciones laborales sean únicas: cada esclavo es patrón y sumiso y ocupa un preciso lugar en la escala.

El sistema funciona casi de maravilla, las situaciones de trabajo son tan variadas que no hay posibilidad de sublevación y los objetivos se cumplen a rajatabla puesto que se vigilan con recelo. No hay necesidad de tener guardias libres contratados para azotarlos, su control ha demostrado ser el más eficiente. Lo que resulta más llamativo para los visires eruditos es justamente la ferocidad con que los esclavos escarmientan a sus inferiores, ya que ni un leve asomo de empatía se deja ver en ellos, sólo piensan en descargar violentamente la ira que les da el castigo de sus superiores. Los príncipes, igualmente, no dejan de introducir pequeñas variantes intentando solucionar el único problema de este método: el último eslabón de la cadena. El Mártir, como lo han dado en llamar los sabios, es el único esclavo que no tiene a ningún otro bajo su yugo, el estrato más bajo de la partida. Éste, indefectiblemente, aparece suicidado a las pocas semanas de trabajo.

La baja constante en la mano de obra es el quid de todos los escritos económicos de Saura y, hasta ahora, nadie ha logrado resolverlo. Una novedosa sugerencia del fakir Daromis logró rebajar el impacto de este problema en los emprendimientos del reino, al imponer un régimen de trabajos extra para el encargado del Mártir si es que este pierde la vida y debe tomar su lugar. De esta forma, se aprovecha muchísimo más la vida útil de los Mártires y el ritmo de trabajo se ve menos afectado por el debilitamiento de las fuerzas productivas. Por otra parte, en las partidas laborales más grandes, se está probando en la actualidad la formación de jerarquías circulares, donde el Mártir toma a su cargo al primer esclavo en la escala (quien en el sistema vertical no es mandado por ningún esclavo, sino por el funcionario encargado de la obra). Este sistema demostró tener una tasa de suicidios muchísimo menor, pero ya han habido tres casos de amotinamiento y posterior matanza en grupos así formados. Los teóricos del trabajo aún no saben a que atribuirlos, pero las perspectivas de transformar este mecanismo en el hegemónico son escasas. Por el momento los príncipes de Saura deberán seguir sometiéndose al escarnio del Sultan, quien exige la pronta solución de este conflicto.

03-02-06

domingo, abril 09, 2006

Discapacitados

Un texto viejo.



Rafael caminaba la calle como no pocos podían hacerlo a diario, pero sin duda tampoco eran muchos ya que su conducta en las aceras llamaba la atención no se sabía bien porqué. Es decir, caminaba como cualquiera, pero si te lo cruzabas por Laprida e ibas chino te dabas cuenta que era Rafael por como flotaban esas suelas largas sobre las baldosas milimetradas de la principal lomense. Las pocas veces que lo vi en su casa andaba como cualquier hijo de vecino, en boxer y con las patas sueltas, pero por la calle todo el mundo lo notaba. No es que estirara las piernas ni que moviera brazo y pie derecho juntos, o arrastrara un zapato atrás del otro, nada que ver. Caminaba igual pero diferente. Por un tiempo pensé que era mi impresión únicamente, hasta que le pregunté a los demás y completando con una improvisada encuesta callejera ratificamos lo supuesto: sí, efectivamente, caminaba diferente pero igual. Dos de los chicos lo adjudicaban a su cara de boludazo. Las chicas lo referían a su físico lungo.

Para mí no era nada de eso, aunque fuera flaquísimo, midiera un metro noventa y la cara de salame no se podía negar. Lo de la encuesta había sido necesario porque todos nosotros eramos un cuelgue con patas y teniamos un sentido de la realidad que venía mal de fábrica, que nos encargamos de abollar con el porro y de potenciar con la junta. Rafa era el sanito del grupo, el que no caía en absurdos paroxismos de sus patologías para llamar la atención. Por eso me obsesionaba ese detalle, el normal era el más honesto en su rareza. ¿Qué hacía? ¿Jugaba con los caminos? ¿Saltaba baldosas disimuladamente? ¿Rompía inocente el ritmo de su caminata con un paso en falso? ¿Era víctima de una impredecible treta de sus pieses? ¿O era cómplice? Yo era un mar de enfermedades de ese estilo por esa época y admito que lo invité a tomar más de una cerveza sólo para llegar más temprano que él y observarlo minuciosamente cruzar Boedo, tratando de descubrir un desliz, una anomalía. En vano, su andar era un puntillismo, individualmente eran pasos, a la distancia era una obra de arte. Sólo se podía mirar la imagen de lejos y sentir ese no se qué del que dependemos cada vez más para designar. Y en eso pensaba mientras llegaba y se iba el mozo, volvía con la botella y se volvía a ir dejando sin cambio por darle propina y cargando con las palabras de Rafa a las cuales respondía pobremente, turbado como estaba.

Como todas mis neurosis se me fue pasando lo de mi amigo y poco a poco lo volví a ver como una persona normal que caminaba especial, pero común. Con el asunto del traslado lo dejé de ver y esa cuestión motriz quedó estática por un tiempo largo, y bien plantadita como estaba en la fértil tierra de mi inconciente hoy la vengo a encontrar. No sé si es porque a la distancia los puntos hacen la imagen, pero a diez años de no saber nada de él resolví el misterio: a Rafa le faltaban las piernas. A nosotros, al parecer, todo lo demás.


06-06-05

jueves, abril 06, 2006

Él está solo y tiembla

Él te intuyó por el peso del aire
te sospecho cuando tu amigo
te reconoció bajo tus tres disfraces.

Él eligió la izquierda
cuando vos la derecha.
Te vio subir la escalera,
te esquivó en la puerta.

Se escondió atrás de un diario
regalándote un vagón,
tanto le sudaban las manos.

Vos lo viste y lo mataste,
lo transformaste,
lo llamaste,
sus poderes le robaste.

Él lee revistas y libros,
compra caramelos, palitos.

Él saca boletos de ida y vuelta
toma trenes
toma subtes
toma cafés dulces.

Él saca fotocopias
camina cuadras
dibuja con fibras
duerme plazas.

Él cristaliza recuerdos
viaja en colectivos
te mira en sueños.

Él sube escaleras
las baja
transpira
lamenta.

Él está solo y tiembla.
Vos sos la nube,
no la tormenta.


05-04-06

lunes, abril 03, 2006

Más obscenidades

Segundo adelanto de un texto asqueroso que todavía no convence.


Para Lucio, Venecia era simplemente muy puta. Ella lo consideraba de otra forma, naturalmente. Se veía a sí misma como una devota de las pijas y las conchas, una mártir que en vez de besar leprosos se abnegaba al cuidado de los sexos. Su vida era difundir la noticia del buen coger, propagar el clímax entre sus fieles, bregar por la plenitud de los cuerpos. Trascendía la excitación, se sentía obligada por una tarea divina. Antes del servicio sexual explicaba a sus iniciados que ella no cogía, ni culeaba, ni garchaba, ni fifaba, ni curtía, ni empomaba, ella hacía el amor. "Más precisamente -aclaraba- lo reparto". Con frecuencia se echaba sábanas encima mientras tenía sexo y se imaginaba vistiendo hábitos blanquícimos. En su mundo, los gemidos eran plegarias y las pijas sacramentos.La familia de Venecia se encargaba de mantenerla con tal de ahorrarse su presencia en el piso de Belgrano R. Con la buena suma que le pasaban sus papás ella alquilaba un rudimentario departamente en Caballito y se las arreglaba para vivir bien sin trabajar. Sus horas se iban entre erráticos paseos por el centro alerta ante la posible aparición de un alma en pena a la cual aliviar. Cuando trataba de "convertir" (tal la palabra que le encantaba utilizar para designar su labor) a alguien trataba de ser directa. No se valía de las sutiles palabras, tan comunes en otros evangelizadores. Su estilo era lascivo, sucio, prepotente, quizás único.Cuando recién había concebido la idea de su prole, Lucio había visto en ella a la candidata ideal para alojar su esperma. La beata del buen coger no se negó a su propuesta y durante dos meses provocaron el embarazo con hasta cinco sesiones diarias de catecismo vaginal. Lucio no estaba especialmente interesado en ella. Había sido hacía cuatro años, durante la época cuando todavía tenía sexo, pero ya desconfiaba del genero humano. En cambio Venecia estaba infernalmente atraída hacia Lucio. Se encontraba obsesionada con su cuerpo estoico y su actitud indiferente hacia sus dones amatorios. Le clavaba las uñas, lo mordía, le gritaba, lo empujaba y él no decía ni hacía absolutamente nada, proseguía impecable con su ritmo metronómico la melodía del coito. Asediando su concha rabiosa a sangre fría.A los dos meses Lucio se cansó de Venecia. Se convenció de que estaba loca y le pidió que abortara. Ni siquiera sabían si estaba embarazada o no, pero igual ella aceptó. Lucio nunca se enteró por cual de las dos razones no tuvo un hijo suyo. Desde entonces ella lo persigue y quiere traerlo de nuevo a su rebaño, tentándolo con su estilo visceral y agresivo. Lucio sigue pensando que Venecia simplemente es muy puta y no puede dejar de verla como un obstáculo.

domingo, abril 02, 2006

A mis queridos lectores imaginarios:

Gracias por acompañarme día a día en este blog. Si no fuera por ustedes no escribiría nada.

Atte. un buscón menopáusico Ezequiel.