sábado, noviembre 10, 2007

Ron Gilbert

Ron Gilbert, creador del Monkey Island, eventualmente murió. Sus seguidores (geeks, todos ellos) lo penaron durante meses. Desafortunadamente para sus familiares Ron era de esos genios excéntricos que especifican en su testamento las condiciones de su entierro. Ron, un atento y apasionado lector de Edgar Alan Poe, por miedo ultraterreno a la catalepsia había solicitado que se respete su cuerpo yaciente por un mes desde el día de declarada su muerte clínica. Cualquiera que lo moviese quedaría desheredado, pero aún peor, también una maldición funesta caería sobre él. Así estuvo pudriéndose en su living la mente detrás de Guybrush Threepwood por treinta largos días con sus noches asimétricas. Luego fue arrojado al mar en una pequeña barquizuela.
La herencia resultó ser escasa para desagrado de primos lejanos y sobrinos nietos. Sin embargo sus fanáticos aún surcan los mares buscando aventuras y el secreto necromántico que se esconde en la Isla de los Monos.

27-10-07

sábado, noviembre 03, 2007

700 años debe durar la maravilla

Gárgolas petrificadas en los techos de Buenos Aires. Los escultores enviados por el gobierno central tenían la misión de derribarlas y erigir monumentos a los caudillos del antiguo Imperio del Litoral, derrocado por el monarca anterior. Como toda revolución, la actual creaba sus ídolos. El pueblo cegado pasó a reconocer a los tiranos de antaño como los salvadores de la nación que resistieron hasta cuando sus barrigas doradas soportaron la opresión del ejercito rojo. Durante los primeros diez años la alfabetización sucumbio. La cultura de masas fue sólo masa. Masa fofa pendiendo de sus vientres peludos, reaccionarios. El primer gran gordo (el general Falucho) fue terminado a los 25 años, el día de la Revuelta. Los gordos adelgazaron al tercer año de la lucha, creciendo sus colmillos, despuntando sus garras, floreciendo la alas, justo para el siglo del hombre bestia.

27-10-07

jueves, noviembre 01, 2007

Counter Strike

Hubo un tiempo en que todos sabían jugar a la generala. Y llegó el Counter-Strike. ¿Cómo resistirse a plantar una bomba cuando la otra opción era agrupar puntitos negros por azar caprichoso en el cúbico marfil? Claro que los dados son de plástico pero el terrorista es menos aprehensible todavía y la tendencia parece ir hacia lo abstracto. Nuestros jóvenes están más cerca de Platón que de Jenofonte.
Así y todo las viejas se quejan y ya no se puede fumar en los bares de capital, ni llevar perros sin correa ni plantar bombas anónimas en chalets ajenos.

27-10-07