martes, mayo 30, 2017

Selfies

Me dijiste:

"esas fotos que me saqué recién
están secretamente dedicadas a vos".
Entonces yo las guardé.
Y todavía no me animo a borrarlas
porque son tan extraordinarias 
las cosas que condensan bien 
el horror y el deleite.

jueves, febrero 02, 2017

Sugerido II

Un hombre de negocios internacionales en la arena quiere decir que son las partes del mundo en perspectiva las que están en este momento peleando por el superar la asignatura pendiente de origen animal. Otro hombre de negro huía de un abrazo que hoy se venía haciendo justo cuando una nueva versión revisada de las 4 fechas anteriores lo llevó a otro mensaje de advertencia: "siempre que se vuelve un poco más hacia arriba y la verdad viene de la voz de la transferencia, hay otra forma de saber el talle de la actividad que ejercen los músculos que no se reconocen".

Sugerido I


Un hombre de la noche y el gaucho de la playa no se vuelve loco buscando un juego que es una piba por tanto nuestro país de origen que es mejor tomarte un poco más o menos no estaría mal la espontaneidad y el título que deja de ser facturado por tanto éxito.

Pérdida y recuperacion de dos goles

Una vez, hace mucho tiempo (no podría tener más de 8 años), me hicieron atajar en un partido. Me convirtieron dos goles y me tocó salir. Una vez afuera, al costado de la cancha, un padre que había llegado tarde se me acercó y me preguntó cómo iba el partido. Yo me encogí de hombros y dije: "0 a 0". Desconfiado, el padre volvió a preguntar un rato más tarde cuando vino otro chico y ese, botón, corrigió y subrayó que yo estaba atajando en ese momento. Sentí vergüenza pero también algo mucho más terrible: experimenté nítidamente la dificultad para retener lo que sucede, la desconexión entre lo que se percibe y lo que ocurre, el hiato entre la conciencia y el mundo. Aunque todavía más impresionante y fabuloso fue la certeza que me invadió una vez que me recordaron esos dos goles, cómo su sola mención bastó para que los encontrara y reconstruyera.
La verdad es que no estaba nada interesado en el partido y el fastidio había tejido una cortina de otros pensamientos entre lo que estaba pasando y yo; lo fantástico es que ahora, hoy, todavía recuerdo perfectamente esos dos goles omitidos brevemente y en cambio no tengo idea de qué estaba pensando cuando los ignoré.

Libro de muertes

En venticinco días del mes de Diciembre de mil setec.~ setenta y siete fue sepultado en este Cement.° del Fuerte de Sta Teresa Manuel Payilá Pí, Pampa hijo de padres infieles; recibió la agua del Bautismo en su última enfermedad. Lo que certifico, como Capellán.

Fr. Pedro Bartholome

En veintiocho días del mes de Diciembre de mil setec.~ setenta y siete fue sepultado en este Cement.° del Fuerte de Sta Teresa Dr. Agustín Lepopiri. Cacique del Pueblo de San Carlos en las Misiones, casado con Da. María Josefa Mburí, recibió los Sacramentos de Penitencia y Extrama unción que certifico como Capellán.
Fr. Pedro Bartholome

En ventinueve días del mes de Diciembre de mil setec.~ setenta y siete fue sepultado en este Cement.°del Fuerte de Sta Teresa Dr. Félix Sayobi. Cacique del Pueblo del Conjuro en Misiones: recibió los Santos Sacramentos lo que certifico como Capellán.
Fr. Pedro Bartholome

En quince días del mes de Enero del A. de mil setecientos setenta y ocho fue sepultado en este cementerio del Fuerte de Sta Teresa Raphael Leyes de nación Pampa. Recibió los Stos. Sacramentos de (ilegible) lo q/. doy por fe.
 Dr. Juan de Saragosa

El camino a la tierra prometida

Un profeta llega a la tierra prometida solo para darse cuenta de que por el camino perdió a todos sus fieles. Al voltear y reconocerse solo, decide emprender el camino de regreso y buscar a quienes se perdieron. En cada pueblo, al costado del camino, atorados en los matorrales, perdidos en los montes, se va encontrando a sus seguidores, absortos o quizás un poco asustados, inmóviles y balbuceantes. Uno a uno los toma de la mano y los lleva a la tierra prometida. El proceso es trabajoso y debe repetirlo varias veces, así que cuando termina se desploma, exhausto, y se convierte él mismo en el camino. Uno a uno los fieles comienzan a recorrerlo en una y otra dirección, como rebotando, para siempre.

Ab urbe condita

Un peregrino encuentra una calavera en el medio de la llanura y decide fundar un pueblo en ese preciso lugar. Sorpresivamente las rutas comerciales encuentran conveniente ese paso y el pueblo prospera. Se construye una plaza de asfalto y luego un cabildo para tener una razón para cruzar la plaza y luego un lupanar para que vayan los municipales y luego un cine para que las prostitutas visiten en su tiempo libre y luego una pulpería para que vayan los empleados de la sala y luego otro cine más porque le gusta mucho ver películas a la gente de este lugar. Una noche, de lo profundo de la plaza se oye un crujido y sale a la superficie el resto del esqueleto cuya calavera inspiró la fundación de la aldea. El esqueleto se incorpora y va para el cine donde se sienta, oh casualidad, al lado del peregrino fundador. Este lo reconoce de inmediato y corre asustado a su mansión para buscar el cráneo, que ha guardado todo este tiempo y lo considera su tesoro más preciado. De hecho, le gusta tanto el cráneo que así se llama el pueblo: Cráneo. Vuelve al cine angustiado temiendo lo que pueda suceder a continuación, una vez allí, con solemnidad y terror le devuelve la cabeza al recién levantado, pero él se niega y, aunque agradecido, le permite al peregrino que ya no peregrina conservarla. Ya no la necesita. Entonces el fundador se da cuenta de que él tampoco la necesita y que tampoco necesita el pueblo sino que su deseo más profundo es continuar su peregrinaje. Y además se acuerda de que su viaje había empezado como una promesa que nunca cumplió por fundar ese pueblo y quedarse allí. Repentinamente siente pavor, experimenta un vértigo terrible y sale así como está hacia el camino para peregrinar salvajemente. A los 10 kilómetros se da cuenta de que todavía lleva el cráneo entre sus manos, entonces caprichosamente lo estrella contra el suelo y lanza una maldición en simultáneo. El cráneo se hace polvo. Voltea y observa cómo el pueblo continúa incolumne. Algo dentro suyo quería que al romper la calavera la aldea se desmorone. Pero no, sigue allí y en breve elegirán al esqueleto sin cabeza como nuevo alcalde y todo seguirá más o menos como hasta hora y así por bastante tiempo.

Asamblea de los peces

Se larga a llover en el mar y los peces debaten si deben celebrarlo o no. Si llueve, muchos pescadores se irán a sus casas para guarescerse y eso es bueno. Otros argumentan que la lluvia, que moja a los seres de la superficie, los vuelve menos únicos. Otros se sienten invadidos por un inexplicable terror. Otros experimentan una euforia tal que no pueden debatir, nadan furiosamente contra y a favor de la corriente, batiendo sus colas extasiados. Un pez salta para sentir la lluvia y se siente decepcionado. No tiene nada nuevo que llevar a la asamblea. Los peces finalemnte deciden celebrar y organizan un baile bajo el techo de cristal de la superficie acuática. Observan las gotas golpear la superficie embobados. Esta historia contiene una gran enseñanza, pero para los peces solamente.

Tropo del mensajero ejecutado

¡Me fascinan las historias en las que un emisario lleva a una nación extranjera un mensaje que dice que al llegar lo maten de inmediato! Es un tropo tan hermoso que aparece en Hamlet. Si yo fuera rey y recibiera un mensaje de ese estilo, me excitaría tanto que no cabria en mi trono del júbilo, pero rápidamente lamentaría no haber eliminado a alguno de mis enemigos con esa metodología tan falible como elegante. De todas formas los celos no me llevarían a incumplir con la obligación homicida porque soy un hombre honrado. Sí me volvería loco por ejecutar una venganza así más adelante. Lo haría ahora, pero la verdad es que tengo pocos enemigos porque administro el Estado con mucha sabiduría y el reino es bastante próspero y pacífico. Más razón, quizás, para permitirme satisfacer mi capricho de aniquilar a un adversario de la forma que a mí me plazca. Pero eso también es parte de ser honrado y sabio, no dejarse llevar por los vicios. O quizás soy un necio. Quizás en este mismo momento un grupo de rebeldes confabula contra mí desde su guarida en las montañas, pero si es un grupo y no un individuo, y (sobre todo) si es un golpe en mi contra lo que fraguan, estaría obligado a realizar un ajusticiamiento público que funcione como punición ejemplar disuasora de posibles revoluciones futuras. Solamente podría asesinar así a enemigos íntimos obtenidos en las inesquivables intrigas palaciegas. Hamlet era sobrino de su tío. Pero yo quiero mucho a mi familia. Y ellos no conspiraría contra mí. O quizás esta ingenuidad sea mi ruina, ¡es tan difícil estar seguro de lo que se sabe de los demás! Pero si es así, prefiero morir en mi adornado salón antes que gobernar una patria de parricidas.

Cruzar la calle

Un nene va a cruzar la calle pero antes de hacerlo se detiene porque tiene la súbita sensación de que si lo hace ya no podrá volver por muchos años, entonces decide regresar a su casa. Pero ya es tarde porque al cruzar la puerta tiene 50 años y en la entrada se cruza con el médico que vino a atender a su madre en el lecho de muerte. Ya no puede despedirla porque acaba de morir. Sus hermanos lo miran con reprobación y furia, aunque en realidad dirigen de manera esperable aunque injusta la frustración de acabar de ver morir a su madre. Algunos piensan que su muerte es culpa del hermano que se fue y nunca volvió, otros piensan que no es su responsabilidad aunque ciertamente la desaparición de uno de sus hijos debe haberla afectado y uno de los hermanos, que es ateo y muy racional, insiste en que no tiene nada que ver. El recién llegado está tan desconsolado como cansado por el viaje así que en vez de tomar posición decide no pelear con sus hermanos en este momento. Se va a dormir y a la mañana siguiente despierta en su lecho de muerte. Débil, intenta balbucear sus últimas palabras pero el aliento no le alcanza. Su sobrino le cierra los oos y se prepara para ir a trabajar.

Discípulo iluminado

El maestro le ordena al discípulo que deje de usar el celular, que así nunca va a alcanzar la iluminación, pero el alumno está viendo un tutorial sobre eso mismo y mientras el maestro lo reprende, empieza a elevarse y flota en plena armonía ante la mirada atónita del maestro y los otros iniciados. Ahora los otros discípulos lo adoran a él y olvidan al viejo maestro, aprenden sus técnicas, remodelan el monasterio, y consiguen que todos floten a una distancia impresionante y al cabo de unos meses la velocidad en que los nuevos iniciados comienzan a elevarse es cada vez más rápida y están todos tan por encima de la tierra que ya no les sirve de nada el templo y hasta la montaña les queda bajita así que se elevan hasta perderse de vista y ahí el viejo maestro puede volver al templo y seguir iniciando jóvenes deseosos de iluminación por los años que le queden.

El perseguido

Un hombre anda por un camino y siente que lo persiguen. Se da vuelta y no hay nadie. Al rato se da vuelta de nuevo y tampoco. Por tercera vez voltea, y nada. ¡Ah! Pensaron que como era la tercera iba a aparecer algo? No, en esta historia recién ve algo cuando mira para atrás la cuarta vez. Ahí descubre a un hombre recio y de aspecto aterrador. En luigar de tratar de huir, como haría cualquiera que se sintiera perseguido y viera confirmados sus temores, este se queda parado y espera que el otro lo alcance. Cuando llega le pregunta por qué lo persigue y el otro le contesta que lo persigue para matarlo. El hombre pregunta amargado por qué y el otro no le contesta. "¿Es por mi dinero malhabido?" pregunta y el otro dice débilmente que sí. "¿Es porque fui infiel a mi esposa?". El otro asiente. "¿Es por haber traicionado a mis amigos?". "Por todo eso y más" contesta el tipo misterioso. El hombre baja la cabeza lamentándose unos segundos hasta que se le ocurre preguntar algo más: "¿Así se muere todo el mundo?". "No", le dice la figura extraña, "esta muerte solamente te toca a vos". El hombre pregunta por qué le tocó a él pero el asesino no contesta, vacila, murmura algo incomprensible y le termina diciendo que si le explica bien se va a amargar. El hombre insiste pero ya no hay tiempo así que el otro le clava un puñal sin decir nada más y se lo lleva arrastrando lo que queda del camino.

Ladridos

Hay verdades tan ciertas que no pueden ser oídas, ni pueden ser dichas, ni tampoco formuladas y cuando uno llega a alinearlas de casualidad, revienta. Por eso el sabio las envolvía en historias.
Una decía lo siguiente: una señora tenía un perro que le ladraba a los autos. Para que no haga ruido, la señora se mudó de la ciudad a la playa, pero una vez en la playa el perro le empezó a ladrar a los cangrejos. Ya que los ladridos persistían, la mujer resolvió volver a la ciudad porque vivir allí era más conveniente en otros aspectos. Pero la cosa se puso peorporque el perro ahora ladraba no solo a los autos sino también a las bolsas, a la ropa tendida, a los carteles, a la televisión, a su propia sombra. En definitiva, parecía que el perro ladraba, y listo. Y así hizo hasta quedarse afónico y entonces ladraba con un sonido quebradizo tristísimo que daba lástima pero también risa y eso era lo más incómodo de todo: sentir lástima del pobre perro y a la vez no poder contener la risa. Eso era peor que todos los años de ladridos ininterrumpidos.

Una de metamorfosis

Un viejo piadoso que toda su vida quiso ser un ave consigue finalmente que su deseo sea concedido. Levanta vuelo y experimenta la felicidad más pura; pero enseguida se da cuenta de que debe alimentarse a base de instectos y la idea no le agrada. Ve a los bichos y su nuevo apetito de pájaro le hace desearlos, pero sus viejos reflejos humanos lo contienen. Cuando supera el asco y empieza a hacerse a la idea de comerlos, se da cuenta de que siente lástima por los insectos, porque ahora que es pájaro resiente la facilidad con que los hombres depredan a los animales y también entiende que está mal que los animales se coman entre sí. ¡Cómo no pensó nunca de esa manera acerca de las aves y los insectos! Vive angustiado, aunque poco tiempo.

La aniquilación de los dragones orientales

La existencia de los dragones orientales depende de la continuidad en el mundo de una serie de objetos que alternan secuencialmente por azar. La vida de los dragones le fue confiada alguna vez a una caña de bambú, a la garra de un oso, al mango de una espada, a un jarrón de cerámica, a los bigotes de un sabio. Nadie sabe cuándo cambia el objeto que las resguarda pero un ojo bien entrenado puede reconocerlo cuando lo ve. Un día, un hombre descuidado se acuesta en la playa sobre su mochila y rompe sus lentes de sol fabricados en Taiwan. Todos los dragones mueren en sus palacios de piedra y oro.

Bola de ceniza

Un fumador arroja un trozo de ceniza de su cigarro a la arena y se hace una bolita que rueda por la playa empujada por el viento. Con cada giro se va haciendo más pequeña y sube los médanos hasta alcanzar cierta altura y desaparecer para el ojo humano. Es una anti bola de nieve. Aunque no tenemos forma de saber si alguna partícula infinitamente reductible sigue subiendo, más allá de los médanos incluso.

Variaciones sobre el amor IV

Un tipo tira un frisbi contra el viento, que lo devuelve suavemente a su mano. Ni bien lo arroja, la mano tendida deja en claro cuán ansioso está por su regreso a la vez que goza por dejarlo volar y saber que volverá. En esa distancia, en ese lapso, lo ama. El viento también lo ama, por eso le devuelve el frisbi.

Variaciones sobre el amor III

Toda historia de amor es la historia de una pérdida y una posterior recuperación. Dos jóvenes se enamoran, consuman, se sienten mejor, se sienten mejores y más vivos que antes, se entusiasman, se acostumbran. Después de un tiempo se pelean por algo que no es importante y se terminan separando. Estando ausentes el uno del otro, comprenden que este nuevo estado es menos deseable que el anterior. Razonan, negocian, necesitan volver a estar juntos. Así lo hacen. Habían olvidado la importancia de la conformidad y con mucha sensatez la han recordado.

Variaciones sobre el amor II

No toda historia de amor es una historia de sacrificio.  Un hombre descubre que está enamorado y que lo ha estado desde hace tiempo. Al cobrar consciencia de este acontecimiento y su magnitud en medio de una vida sin sobresaltos, se siente por primera vez genuinamente dichoso. Rápidamente mejora en todos los aspectos: deja de fumar, se ejercita, desempeña su trabajo con energía y creatividad, experimenta y se alimenta de su felicidad. Convive con su amada pero sostiene su identidad. No cede a los esporádicos caprichos de ella ni se deja atormentar por los celos, el miedo a perderla u otras ideas tontas. Todas sus decisiones son las correctas, al punto que los demás acuden a él frecuentemente para pedirle consejos. Él responde que el secreto es obrar no con prudencia sino con convicción. Se vuelve tan iluminado que pierde conexión con el resto del mundo, incluída su amada, que lo deja por alguien menos perfecto. Él le resta importancia a este accidente y continúa amando de forma impoluta. Ahora es incluso más sencillo.

Variaciones sobre el amor I

Toda historia de amor es una historia de sacrificio. Un hombre se enamora y deja su trabajo, su familia, su casa, sus costumbres, por su amada. Ha perdido su comodidad, entonces todo lo otro lo va dejando por añadidura. Pero no tarda en acostumbrarse también a eso, entonces arroja al fuego también sus opiniones, su corte de pelo, sus anhelos. Está tan consagrado al amor que lo invade que deja a su amada, se retira de la ciudad, viaja, gasta todo su dinero, se vuelve un pordiosero en una patria extranjera. Pasan años y decide volver con los suyos, recupera su trabajo, invierte en propiedades mejores que la que tenía y así completa el círculo. Los que lo quieren piensan que ha sanado y que se recompuso gracias al olvido. Pero en realidad él sabe que ese retorno no es más que la última fase de su devoción: ha sacrificado su sacrificio. Quizás sean solamente dos maneras de definir el mismo proceso.

viernes, enero 27, 2017

Las palabras y las cosas

La idea es de Wittgenstein
y el título de Foucault.
El dictamen es que entre las palabras y las cosas
no hay nada.
Yo le digo a los dos que se vayan a la puta madre que los parió.
Es porque ellos nunca se deleitaron
discutiendo cuatro horas
antes de fundir cada gramo de angustia
como un adicto cuece la heroína
sobre la cuchara.
La droga y la cuchara en este caso
son los cuerpos
(las cosas más irremediablemente enlazadas a las palabras
que puedan existir).
El fuego, ya sabemos.

Las palabras depositan
pesos vivos en los músculos
y cada movimiento busca loco
un significante.
La prueba:
tu gata tiene el nombre que le puse yo
y también tu voracidad,
que sin que vos lo sepas
busca el mío.

El problema es apostarle todo a la referencia,
olvidando que el placer en el lenguaje
es deliberadamente equívoco.
Digo
y no digo
Y en ese no decir
está el órgano que late de sentido.

Acabemos con el snobismo amable,
asco de la falsa modestia,
de sostener que las palabras
no tienen vínculo con la realidad.
Lo acepto, el signo no agota a la cosa.
Las cosas agotan a las cosas.
Pero quedemos en que el lenguaje es la estela de los cuerpos.
Es lo que queda cuando no estás
y como la cola de los cometas
es algo como para observar con telescopio.

Todavía más:
hablar es actuar.
Y cuando
vos y yo
coincidimos
en la noche terrible,
la locuacidad se vuelve un canto fescenio
que prepara lentamente nuestra carne
para el sacrificio.

¡Basta de iconoclastas!
Prefiero ser decapitado
antes de ser obligado a abjurar
del poder de nuestros ritos.
La voz sin sangre, es vanidad.
La sangre sin voz, es cadáver.
Y tu boca, el umbral perfecto.
Pecado de cursilería al que me lleva la dialéctica.
Si combatir a los posmos me vuelve dieciochesco,
aguante Hegel
y que se jodan las imposturas.