viernes, noviembre 17, 2006

Reencuentro

Curva, contra curva. Contra curva, curva, el mismo pastito amarillento y los mismos árboles pelados. Entiendo que sea de noche pero no puedo creer que esta mujer maneje tan lento. Aunque me lo merezco por ser tan boludo de no revisar la nafta.

-¿Faltará mucho?
-Caminando fue imposible tratar de ubicarse entre la oscuridad y el paisaje monótono, así que no le sabría decir. Lo único que me acuerdo es del puente que ya le dije, por el que pasa el tren. Justo donde nos quedamos.
-Qué descuido el de ustedes. Esta zona es muy peligrosa, no es como para quedarse parado. En estos tiempos no hay que dejar nada librado al azar, hay que asegurarse de todo. Lo mismo le dije yo a Gregorio esa noche...

Este Manuel es un hijo de puta, me mandó a mi sólo a buscar ayuda y ahora me tengo que bancar las historias de la vieja. Es un hijo de puta y encima loco. No sé si fue una excusa o uno de sus arranque obsesivos, pero no me imaginé que por dejarlo con el barro hasta los codos iba a tener que soportar semejante bodrio. Con el barro hasta los codos... Tropezarse para que consiga nafta yo solo. Qué forro. La verdad es que lo creo capaz de hacer las dos cosas: de creerse que lo que lo hizo tropezar al costado de una ruta oscura vale la pena ser desenterrado y de inventar una excusa tan pedorra como esa para que vaya yo solo a la estación de servicio.

Con el barro hasta los codos pero voy a saber con qué me caí, carajo. No se ve nada, pero yo me voy a dar cuenta igual. Una piedra no puede ser, nunca me tropezaría con una piedra, ni en esta oscuridad muda.
Si fuera muda esta mujer, que sigue con el rollo del pobre finado, un pobre tipo que seguramente un día se pudrió, fue a buscar puchos y nunca más volvió. Pero claro, está mucho mejor visto ser la viudita de un desaparecido que la vieja insoportable a la que se le escapó el marido.
-¿Y ustedes a dónde iban?
-A la casa de un amigo, señora. Se acaba de mudar acá, otro que de la ciudad se vuelve para el campo.
-Ay, es que el aire fresco es tan bueno...
Agradezco tener mi piloto automático tan bien trabajado (producto de años de escuchar a la vieja, que en paz descanse) y así con soltar un par de asentimientos y levantadas de ceja ya está.
Está blandito esto, ¿que podrá ser? También me da la impresión de que es demasiado grande. Mientras tanto me sigo ensuciando las uñas; pensar que estos dedos ahora barrosos son los mismos que van a escribir las líneas del próximo premio Nóbel. El sudor, la tierra, el pasto, el calor, la sed, es una experiencia genial. La excitación es tan grande, es intenso; y esto que está acá enterrado es un zapato de porquería, cómo aprieta! Y encima el calor es insoportable, si es así de noche no me quiero imaginar de día. Este Daniel no sé de donde sacó la idea de venirse a vivir acá.
-¿Acá siempre hubo problemas de seguridad, sabe? Pero nunca como ahora... Aunque es lógico que pase por como está el país. Igual yo creo que va a cambiar, vio. Hacía mucho que la gente no tenía tantas esperanzas puestas en un gobierno, así que es normal que uno se contagie...
-Si, se respiran aires de cambio... Deben faltar más o menos dos kilómetros, no creo que haya caminado tanto por desenterrar queda! Hoy no hay luna ni estrellas que me iluminen un poco la labor excavadora que me propuse... ¡Y para colmo soy tan inútil para reconocer cosas al tacto! Aunque de verdad crea que esto es un mocasín, no puedo confiar plenamente en tal vaga sensación. ¡Tacto, el más inocente de los sentidos! Y yo utilizando a tus más fieles lacayos para cavar túneles desordenados en la tierra húmeda está la noche!
-Lo que mata es la humedad.
-Eso dicen, señora.
El refranario argentino es un terreno escabroso en el cual no quiero entrar, y menos con esta vieja. Y sigo convencido de que el camino de ida fue más corto. Cruel noche la que elegimos para visitarlo a Danielito, todo confabula contra nuestra llegada. Como si alguna inteligencia superior me quisiese volver loco. Loco y embarrado, como un chancho salvaje. Historias de finca como la del Gatusso, el Chupacabras y la Luz Mala que seguro inventaron algunos latifundistas en su club progresista para remediar el gravísimo atentado a la moral que ofendía los sagrados valores de la cristiandad. Consideraban pecaminoso que sus estancieros se anduvieran revolcando con las chinas por ahí y si se necesita de la superchería para mantener al vulgo a rajatabla, entonces marche un Chupacabras para el arcón de los cuentos de terror de la pulpería. Linda noche para un cuento de terror. Aunque no veo al viejo Edgardo escribiendo acerca de una cruel cuarentona que lleva a un joven perdido por un paseo infinito; aunque a lo mejor el viaje termina en las mismas fauces del infierno, o tiene un ominoso final en el cual la vieja desequilibrada se arroja a un precipicio con auto, pasajero y todo; y ahí sí que sería un cuento de Poe, cambiando auto por cochero y la vieja menopáusica por la viuda de Montperriere. Curva, contra curva, contra curva, curva y así hasta el final voy a seguir con esto, aunque delire con buitres y la reputamadrequelospario! Pero qué zapato! Esta es la punta de la bombilla de un mate gigante, lo voy a desenterrar todo y después voy a lucrar explotando el yacimiento de mate mas grande del mundo. La plata que puedo hacer vendiendo souvenirs a yanquis, alemanes, japoneses o coreanos, que para el caso es lo mismo. Y el mismo calor, parece que estuviera sudando sangre, pero sin las lágrimas de Churchill, ni la más puta idea de lo que estoy haciendo, pero lo sigo haciendo de loco, embarrado y cerdo salvaje que soy un tonto, tendría que haber caminado más hasta el pueblo, seguro muy lejos no quedaba (sí sí), y comprar un bidón de super en la Shell esa que me dijo Daniel. Pero por vago estoy metido en el Gordini de la muerte. ¿Y faltará mucho, caballero? Sí, no señora, no, pero porqué no se fija si ve algo a lo lejos porque por ahí el punte, por ahí un tren ya se ve que esto es muy grande, pero... pero esto es... es... es ahí! Ahí está el auto! Llegamos señora. ¿Su amigo? Mi amigo esta ahí, loco como siempre, metido en sus cosas ni se debe haber dado cuenta que llegamos, si usted lo conociera, señora, ¿está mas fresco o me parece a mí? ¿Tiene una linterna, señora? Si, en la guantera. No golpees tanto la puerta, querido... Todo manchado qué estás haciendo y eso qué es



-¿Señora, está bien? Se me desmayó la vieja, boludo. ¿Qué es eso? Estás pálido ¿Qué tenés ahí?
-Esto es....boludo, desenterré un.... me tropecé con...




-No me lo digas, creo que ya sé: Gregorio.




02-12-04 / 16-11-06

5 comentarios:

Mizelmar dijo...

Ese cuento lo lei en genteloca (puede ser?) y lo tenia guardado en un archivo en la compu, y q decir , lo lei mil veces, y cada vez q lo leo me parece mejor y mejor. es un cuento de la puta madre.
saludos
gaston
P.D: creo q me excedí en la emoción =P

chicoverde dijo...

Qué bueno que todavía lo tengas, Gastón!
Sí, estaba en genteloca. Lo escribí hace dos años para un taller y el otro día le hice algunas correcciones.

Me encanta que te haya gustado.

J la Rata dijo...

Hace dos años? Tan purrete y escribiendo esas cosas...
Bueno... me parece un cuento inquietante... pero como no leí a Poe (no le digas a nadie xq creo que no podes rendir finales si no leíste a Poe) mejor no quiero opinar.

Saludos, verde.

-J.

Hélène dijo...

I like it

las autoras dijo...

fue un viaje, zeta.





desde un auto
y los cambios de época
y yo pensaba en cuál será
pero después sí existía la shell

y ya no son chinas sino boludos.


y tann oscuro. y tann en la cabeza

me
en
can