jueves, julio 25, 2013

De todas las noches

De todas las noches
me quedo con la que te fui a buscar
a esa fiesta en Floresta.
Me llamaste
para que fuéramos a tu casa
y cuando estaba llegando
volviste a hablarme
para decirme que no fuera,
que te sentias mal,
pero ya estaba en la esquina
así que bajaste rota,
rodeada de amigas mutuas
que me miraban apenadas
pero a la vez aliviadas
y algo enternecidas.
La más borracha de las tres
me hacía chistes incómodos
mientras vos dabas
grandes bocanadas de aire.
En el auto me contaste
como entre vino y marihuana
te quisiste desencontrar
y qué supuestos papelones
habías hecho entre invitados.
Me pediste perdón,
cuando llegamos a tu casa
ya estabas mejor.
Nos acostamos en tu cama gigante,
que siempre estaba perfumada
casi tan rico como vos,
y ante tu malestar
ofrecí hacerte un té;
fui a la cocina y seguí tus instrucciones.
Ahí estaba yo,
un amante improbable
conociendo tus hornallas.
Vos, que siempre exageras
que tu vida es un desastre
pero bien controladas
tenés las cosas,
sufriendo en la cama.
Y yo...
Yo no sé,
pero te hice un té.
Y dormimos.
Siempre te recibí
con los brazos casi tan abiertos
como tu cama.
Pero esa noche fue extraordinaria.
Esa noche me necesitaste
y quizás fue la única.

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