"Las panteras irrumpen en el templo, pensé absurdamente"
Abelardo Castillo
Abelardo Castillo
-Mucha gente te diría que no podemos obviar el hecho de que hay un escritor que escribe la escena. Bueno, están equivocados, sí podemos obviarlo. Con mucho esfuerzo no podríamos, ya no digo contar, no podríamos pesar las toneladas de literatura autorreferencial que existe. Alguien escribe y es muy raro que escriba sobre un piloto de aviones o un barrendero. Esto no demuestra la falta de imaginacion por metro cúbico si no la triste imposibilidad humana de ponerse en la piel de los demás. Lo generalizado del fenomeno tambien esconde, sin embargo, su singularidad: cuánto mas extravagante nos resulta la idea de un cirujano operando a un cirujano o peor aun, un cocinero cocinando un cocinero . Ni hablar de incompatibilidades lexicas como un mécanico arreglando a un mecánico. Pero ahi están todos los escritores del mundo fabulando historias protagonizadas por escritores. Provocando la paradoja. Imagino a un hombre que imagina a un hombre que imagina a un hombre. Claramente soy un hombre imaginado en una noche animada. La imagen de un televisor conectado a una camara que lo apunta. ¿Qué se ve? Nada. ¿Qué hay adentro de esos círculos? Nada. Para percibir esa nada necesitamos un marco. Un espejo frente a otro espejo excavan una eternidad profunda en las paredes del pasillo que se lastima con cada huesped que lo cruza. Lo que buscamos en un relato de repeticiones es el marco que contiene esa imagen igualada. ¿Cuál es el marco? El protagonista cae en la cuenta de lo atroz de la repetición. En cómo él ya no es brazo guía de su propio destino. Ahi esta la pieza sorda que no puede repetirse en otros círculos para que el relato se cierre.
La cita célebre de Bioy dice que el espejo y la cópula son las cosas más abominables del mundo porque reproducen a los hombres. Así tambien los libros, susurra "Tlon, Ukbar, Orbis Tertius". El narrador reconoce que las panteras profanan los cálices, ya no nos preguntaremos por la suerte de Abelardo Castillo. Ese circulo ni siquiera se pone en juego, ni siquiera se abre porque la literatura no admite ser leida de otra forma que como literatura, puesto que esta característica es la que la convierte en primer término en literatura. ¿Qué sucedería en un relato en el que el demonio de la repeticion pueda aparecerse frente a los lectores, pero no a los ojos de la primera copia, el protagonista? ¿Dónde terminaría la fila de fantasmas?
-(Inaudible)
-¿Qué? ¿Vos nunca estuviste en un telo, miraste el techo y de repente te descubriste pensando en la frase de Bioy? Siempre con el objetivo final de estirar el polvo, obvio.
-Che, los fantasmas no se ven, menos en los espejos.
31-01-08
"ay no sé, no sé, miralo, habla en dificil"
4 comentarios:
que bueno que volviste chico. En cuanto a "lo demás", "lo anterior", no creo que el escritor no se ponga en el lugar del piloto de avión: sí lo hace, pero su propia vida siempre es más interesante, por eso es escritor! (guiño).
sabés que tengo la rara espina en el ojo de creer recordar que la frase no es de bioy, y que en Historia universal de la infamia JLB se la atribuye a no se qué viejo árabe, pero aún, y con todo, tampoco era del árabe... sino de JLB.
te lo confirmo en cuanto me obliguen a releer Historia...
los espejos y la cópula como metáfora del telo, es genial. o demuestra que el mercado del sexo fue construido leyendo a JLB!
-j.
No me molesta la escritura autorreferencial.
UY! estoy siendo autoreferencial
(con una o dos rr?)
Salud
me tienen las pelotas llenas los relatos que hablan de escritores y los poemas que hablan de la poesía
y no te creo nada eso de que en el telo aparece bioy casares. es casi perver.
aj!
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