Si cruzamos un descampado
o un cordón de fábricas
tras el humo negro,
en los charcos de las calles de tierra
o entre los ladrillos y las chapas
todos tenemos
nuestro Mordor.
Desde la ventanilla del tren
veo a una chica
bañarse con una manguera
y me pregunto
cuando dejó de sentirse observada.
Vías y autopistas
volando sobre las cenizas
que señalan el orgullo
liberador de nuestro miedo.
Imaginamos las escenas
que nos da terror interpretar
o recordar.
La adolescente de la manguera
no me percibió jamás,
podemos pelearnos por ver quién está peor
pero la chica de la manguera
no me va a ver jamás.
sábado, enero 28, 2012
Nuestro Mordor
Publicadas por chicoverde a la/s 4:16 p.m.
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