sábado, agosto 03, 2013

El amante indie

Yo salí con una chica
que había tenido
un amante indie.

Se enamoraron comiendo
en un chino vegano
de Corrientes al mil.

Su romance duró poco
pero todo confluía
para recordármelo.

Cuando se cruzaban
-y bastante se cruzaban-
a ella le brillaban los ojos
como discos de vinilo nuevos.

Él siempre aprovechaba para contarle
que el gato de su hermano
nunca había sido tan manso
como cuando ella lo acarició.

Ella trataba de ocultar
cuánto se sonrojaba
y trataba de desviar la charla
hablando de bandas.

Era evidente que esta muchacha
se desintoxicaba
de un amor alternativo
aburriéndose conmigo.

A mí me gusta el fútbol y la poesía,
escucho siempre los mismos discos,
me encantan los asados
y tengo una bocha de amigos.

La relación no prosperó pero
meses después me encontré
al amante indie en el San Bernardo
y lo desafié al ping-pong.

Los viejos borrachos
los hipsters
los merqueros
los chinos
todos se levantaron
para ver ese partido.

Íbamos empatados en seis
cuando la historia
de nuestra rivalidad
terminó de recorrer
todo el círculo de gente.

Sacaba diecinueve a dieciseis
cuando la vi a ella en la multitud
con los auriculares al cuello
sin entender
que no tenía nada que ver.

El match se estiraba a ventiseis
y la gente vitoreaba cada punto
como si fuera un Roland Garrós enano.
Ninguno de los dos jugaba muy bien;
a fin de cuentas
batallábamos por nuestra incompetencia.

Finalmente
dejé un saque en la red
cuando mi rival tenía el match point.
Se lo llevaron en andas
los hipsters del salón,
un chino me ofreció un fernet
se lo acepté.
Ella iba atrás del malón.
Qué gente pajera
de la que uno se enamora.

2 comentarios:

Unknown dijo...

como complemento del campo semántico coyuntural: voy a decir buen "remate" en vez de "punchline"

Asamblea Extraordinaria dijo...

A full.