lunes, abril 03, 2006

Más obscenidades

Segundo adelanto de un texto asqueroso que todavía no convence.


Para Lucio, Venecia era simplemente muy puta. Ella lo consideraba de otra forma, naturalmente. Se veía a sí misma como una devota de las pijas y las conchas, una mártir que en vez de besar leprosos se abnegaba al cuidado de los sexos. Su vida era difundir la noticia del buen coger, propagar el clímax entre sus fieles, bregar por la plenitud de los cuerpos. Trascendía la excitación, se sentía obligada por una tarea divina. Antes del servicio sexual explicaba a sus iniciados que ella no cogía, ni culeaba, ni garchaba, ni fifaba, ni curtía, ni empomaba, ella hacía el amor. "Más precisamente -aclaraba- lo reparto". Con frecuencia se echaba sábanas encima mientras tenía sexo y se imaginaba vistiendo hábitos blanquícimos. En su mundo, los gemidos eran plegarias y las pijas sacramentos.La familia de Venecia se encargaba de mantenerla con tal de ahorrarse su presencia en el piso de Belgrano R. Con la buena suma que le pasaban sus papás ella alquilaba un rudimentario departamente en Caballito y se las arreglaba para vivir bien sin trabajar. Sus horas se iban entre erráticos paseos por el centro alerta ante la posible aparición de un alma en pena a la cual aliviar. Cuando trataba de "convertir" (tal la palabra que le encantaba utilizar para designar su labor) a alguien trataba de ser directa. No se valía de las sutiles palabras, tan comunes en otros evangelizadores. Su estilo era lascivo, sucio, prepotente, quizás único.Cuando recién había concebido la idea de su prole, Lucio había visto en ella a la candidata ideal para alojar su esperma. La beata del buen coger no se negó a su propuesta y durante dos meses provocaron el embarazo con hasta cinco sesiones diarias de catecismo vaginal. Lucio no estaba especialmente interesado en ella. Había sido hacía cuatro años, durante la época cuando todavía tenía sexo, pero ya desconfiaba del genero humano. En cambio Venecia estaba infernalmente atraída hacia Lucio. Se encontraba obsesionada con su cuerpo estoico y su actitud indiferente hacia sus dones amatorios. Le clavaba las uñas, lo mordía, le gritaba, lo empujaba y él no decía ni hacía absolutamente nada, proseguía impecable con su ritmo metronómico la melodía del coito. Asediando su concha rabiosa a sangre fría.A los dos meses Lucio se cansó de Venecia. Se convenció de que estaba loca y le pidió que abortara. Ni siquiera sabían si estaba embarazada o no, pero igual ella aceptó. Lucio nunca se enteró por cual de las dos razones no tuvo un hijo suyo. Desde entonces ella lo persigue y quiere traerlo de nuevo a su rebaño, tentándolo con su estilo visceral y agresivo. Lucio sigue pensando que Venecia simplemente es muy puta y no puede dejar de verla como un obstáculo.

1 comentario:

josefinaurondo dijo...

Walter Klemmer se deja llevar por el deseo de abalanzarse sobre Erika Kohut, ahora que han concluido los trabajos preparatorios y la puerta está bien cerrada. Nadie puede entrar, pero tampoco puede salir nadie sin su expresa ayuda física. La cómoda ha sido puesta delante de la puerta gracias a su fuerza, la mujer esta con él y la cómoda los protege de lo que ocurra afuera. Klemmer le bosqueja a Erika la situación utópica de una pareja, condimentada por sentimientos amorosos. Qué bello puede ser el amor si se disfruta con un compañero ideal. Erika sostiene que ella quiere ser amada solo después de haber andado por algunos caminos erráticos. Se envuelve completamente en la madeja que crea en sí misma, como un objeto, y excluye los sentimientos. Se defiende con todas sus fuerzas utilizando el mobiliario de su vergüenza y los cajones de su indisposición, y Klemmer ha de apartar con violencia todos esos trastos si quiere acceder a Erika. Ella no quiere ser mas que el instrumento con el que el le enseñe a tocar. Él ha de ser libre; ella ha de estar encadenada. Pero ha de ser ella quien defina cuáles son sus cadenas.

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Es algo que rescaté de La Pianista, de Jelinek... una tontería. Pero vale compartirlo (creo).

Suerte con tu impopularidad.
Adios.