sábado, noviembre 06, 2010

Iglesia

Con cada beso un azote y una iluminación,
un poco de cielo y también de infierno.

Busco redención ante la iglesia de tu cuerpo,
volver a arrodillarme para suplicarle
al amanecer entre las tinieblas de tus piernas.

Peregrinar hasta el oráculo oculto en tus sierras
y que me de un buen agüero para esperar
complacido por la gracia que le siga a mi sentencia.

Lacerá con piedad mis miembros mártires,
en sagrada penitencia yo espero los sacramentos
que religuen lo que tengo dividido en partes.

El templo del culto de mi perdición
tiene las cúpulas más redondas jamás obradas
frente cada pábilo un ídolo de pellejos
y las oraciones más profanas nunca recitadas.

Si pudiera libar dentro de sus paredes
si pudiera besar sus alfombras y sus gradas
podría librar mi ánima de su corrupción
podría templar mi fe con más que palabras.

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