sábado, noviembre 27, 2010

Noticia para una amiga

Amiga,
todo terminó como sin querer sabíamos
que iba a terminar.
Hoy me desperté
necesitando decir "basta"
y a la tarde,
fui a su casa.
Le toque timbre,
caminamos y hablamos
de nimiedades,
para qué meterse
enseguida
con cosas importantes.
Al confirmar
que seguía en el mismo lugar,
le dije que necesitaba
tomar un camino ahora.
Pero ella
ella ya no me desea.
El amor vive,
pero ya no me desea.
Y sin eso,
¿para qué seguir?
¿Cómo no afrontar
la verdad
después de saber
eso?
Lloramos mucho,
claro que lloramos,
si es inaguantable
el final de cualquier cosa
¿cómo explicar el fin
de algo tan bello?
¿Cómo aceptar
esa inconciabilidad
donde todo brillaba?
Sabemos que esto es lo mejor
que sólo así vamos a saber la verdad.
La verdad, tan puta
llevándose todo lo que queremos
por delante
como si a alguien le importara
lo que tiene que decir.
No sé cómo serán
las rupturas de los demás,
pero las dos veces que terminamos
nos volvimos caminando juntos,
de la mano,
llorando.
En ese camino de muertos
vivos
nos dijimos todo
sin vergüenza.
Tanto nos hablamos
tan de cerca
que apenas nos quedaron labios
para un último beso nostálgico
que nos separó en la puerta de su casa.
De repente puedo respirar,
pero el aire es tóxico
está lleno de partículas
que me envenenan
está lleno de pasado
y de futuros muertos.
¿Qué vamos a hacer
con todas esas mascotas
con todo ese porvenir
con todo ese mundo mágico
que armamos
para ser felices?
En lo único en que pienso
es en cuánto la quiero
en cómo me llenaba la vida
de cosas que yo no sé
en esa magia inhallable
en la ternura imposible
en el comprendernos distintos
e indispensables.
Pienso en todo lo que pierdo
y que no hay aduana
que pudiera pasarlo.
Lloré en el auto solo,
lloré con Camilo,
lloré con mi mamá,
en un rato lloraré con Iván
y todavía me queda mucha gente
con quien llorar.
Vos estás entre esos,
amiga,
esos que van a soportar
mis hallazgos
en la arena
la paleontología de mi memoria
la melancolía de la dicha
los naufragios de la plenitud.
Hace un rato terminé de guardar las cosas
que me recuerdan a ella.
Todo entró apenas
en dos bolsas:
una con las cosas que le voy a devolver
y otra con las que me pertenecen
pero que no puedo mirar por ahora.
Más de tres años
en dos bolsas infames
mirándome
desde la otra habitación.
Impunes
completamente
del daño que me hacen,
desentendidas
por siempre
del dolor que contienen.
En síntesis
sé que hice todo bien
pero igual estoy muy triste.
No hay ninguna forma
de abandonar la belleza
sin que nos duela,
por mucho tiempo me creí ajeno
a ese mandato de nuestra raza,
pero acá estoy
pegándome contra el muro
de ladrillos ideales,
enyesados con todo el amor
que alguna vez puedo dar.
Conozco muchas palabras
pero ninguna que me ayude,
confío en que el futuro
me encontrará mejor
pero el presente
está tan pregnado de ella
tiene su perfume
y su tacto
tan intacto
en mi memoria
que aunque pasen siglos
en la tierra
allá en mi cabeza
todo será su contacto.
Si yo pudiera escribir un verso
que explique la derrota
de ese último beso
ese permiso
para soñar
y recordar.
Ese beso hecho
para la poesía,
como carne de esperanzas
como ceniza de olvido.
En este relato
me gustaría tanto
poder comunicarte
la desolación y la pérdida
pero todo queda tan corto
tan anecdótico;
momentos infinitos
condensados en una luz
de lucidez
en un alud de sensaciones
perdidas para siempre
sin reivindicación
sin repitencia,
tan irrecuperables
aún con los juegos de las palabras.
Lo único que me queda es decirte:
nos vemos pronto
para que llore también
sobre tu hombro.

1 comentario:

Mizelmar dijo...

ud. es uno de ellos también, y más con todo esto último, y la puta que lo parió a la mortandad del deseo y el cariño en continuado (anduve por caminos demasiado similares hace unos pocos meses, pero a diferencia de ud no pude llorarlo en verso, y me salieron dos o tres puteadas prosaicas y sin rima con distribución poemática)en fin ,le decía, chicoverde.