Toda historia de amor es una historia de sacrificio. Un hombre se enamora y deja su trabajo, su familia, su casa, sus costumbres, por su amada. Ha perdido su comodidad, entonces todo lo otro lo va dejando por añadidura. Pero no tarda en acostumbrarse también a eso, entonces arroja al fuego también sus opiniones, su corte de pelo, sus anhelos. Está tan consagrado al amor que lo invade que deja a su amada, se retira de la ciudad, viaja, gasta todo su dinero, se vuelve un pordiosero en una patria extranjera. Pasan años y decide volver con los suyos, recupera su trabajo, invierte en propiedades mejores que la que tenía y así completa el círculo. Los que lo quieren piensan que ha sanado y que se recompuso gracias al olvido. Pero en realidad él sabe que ese retorno no es más que la última fase de su devoción: ha sacrificado su sacrificio. Quizás sean solamente dos maneras de definir el mismo proceso.
jueves, febrero 02, 2017
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